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El café es un poema líquido que despierta los sentidos con su fragancia embriagadora. Cada sorbo es un abrazo cálido que nos envuelve en una danza de sabores, desde notas tostadas hasta dulces matices que acarician el paladar. En su humeante vapor, encontramos un refugio, un momento de serenidad que nos conecta con la esencia misma de la vida. El café, más que una bebida, es un ritual que nos invita a pausar, disfrutar y celebrar la belleza en las pequeñas cosas.